Se muere un grande, queda joven.

Es Domingo y a punto de terminar mi rutina de leer los periódicos en línea, leo en La Jornada sobre la muerte de Julio Galán. Me dieron ganas de estar en Monterrey e ir al funeral a ver quién iba, a ver que espectáculo social se daba -en su honor-.

Justo antes de salir de prepa (1997) me interesé por el arte local.Entre mis conocidos estaba el hijo de Guillermo Sepúlveda. Isac amablemente prestaba la hacienda de su papá en Villa de García para hacer fiestas y "raves". Este lugar, estaba lleno de artifactos, antiguedades, esculturas y pinturas. Muchas eran obras de Galán. Algunas en bastidores y otras sobre las paredes del cuarto en el cual estaba el piano y una salida al patio. Creo que hasta en el baño había obra. Un "Galán" en la pared de la casa del papá de un amigo, me impresionaba, no por el contenido sino por la magnitud y la fama que este artista había alcanzado, y sobretodo por el valor histórico de este lugar. Sin duda Sepúlveda fue su fiel mecenas. La última ves que fui, era la fiesta de cumpleaños de Roberto Arcaute, un joven artista que en esos momentos ya llevaba un semestre en La Esmeralda. Vimos una peli de John Waters, creo que era Hairspray. Para mi todo esto era un espectáculo, pero no me daba cuenta que yo formaba parte del mismo...

La última ves que ví a Galán fue en Noviembre del 2003. El Museo Metropolitano de Monterrey se "enagalanaba" en presentar -entre otras obras de artistas locales- un extravagante altar de muertos hecho por Julio Galán. Casi pegado al barandal que da al patio central.


"A los 21 años (Galán) empezó a exponer en una de las galerías más prestigiosas del poderoso estado (sic) de Monterrey, de allí pasó al Soho neoyorquino y a Europa. Se diría que Galán es el modelo de artista que triunfó en los años 80, un momento de gran incidencia del mercado en la producción artística, de eufórica promoción de la juventud y de corrección política que llevó -en el hemisferio norte- a festejar todo lo que tuviera que ver con minorías étnicas, políticas o sexuales. Su mundo, corrosivamente autorreferencial, encaja perfectamente en esa espectacularización de lo privado que adquirió una vigencia sin precedentes en aquellos años."

Ana María Battistozzi, crítica de arte argentina, 1997

http://www.jornada.unam.mx/2006/08/06/a05n1cul.php